martes, 27 de enero de 2009

"En la búsqueda de nuevas formas para el trabajo político"


A continuación reproducimos un texto del educador popular uruguayo Jorge Ferrando, que está contenido en el libro Pensando la educación popular (Nordan Comunidad, Montevide, 1991) en el cual se plantea el problema de la acción y el trabajao político en los sectores populares.  

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“Si nos limitamos a las formas clásicas del trabajo político encontramos que estamos llegando cada vez a menos gente. El trabajo en los sindicatos presupone que el trabajador tenga empleo, y en los partidos, que tenga conciencia política y haya hecho una opción partidaria.

Dejaríamos de trabajar entonces con enormes contingentes de desempleados o de mujeres que ni siquiera alcanzaron a ejercer tareas en el aparato productivo, pero que sin embargo tienen un enorme potencial político” (opinión de un dirigente de un partido marxista latinoamericano – Cuadernos del Tercer Mundo, julio 85)

Este testimonio me pareció más que claro como fundamentación de las reflexiones que venimos haciendo en los últimos artículos acerca de la relación entre trabajo social y acción política, reflexiones que considero de gran importancia para una adecuada discusión en nuestros grupos de izquierda, en vistas a una acción cada vez más profunda y transformadora de la sociedad uruguaya actual.

Una adecuada reflexión posibilitará además una adecuada discriminación entre ambos campos, sin confundirlos, sin imponer uno sobre otro, sin forzar los alcances de cada uno, valorándolos dentro de un proceso de transformación global.

Los límites de la promoción social

Tratando de resumir lo que venimos planteando en estos artículos, podemos decor que han predominado líneas de trabajo que no han tenido mayor tascenencia en el proceso de organización popular, por una serie de elementos:

·         localismo: se jerarquiza demasiado la dimensión de un trabajo a nivel de su zona, y no se percibe que la problemática de ese sector es igual a la de muchos otros, entrándose muchas veces en una especie de competencia como para ver quién es más necesitado.

·         espontaneísmo: se destaca el valor espontáneo de la organización, se sobrevalorizan implicancia afectivas que tiene para sus integrantes, y no se busca un trabajo más orgánico que le dé mayor estabilidad y trascendencia.

·         personalismo: el trabajo se centra en una figura (un caudillo, un cura) o en un pequeño grupo que quiere autopromoverse, y se busca consolidar lazos de dependencias que impiden la organización y la articulación en una instancia más amplia;

·         basismo: se da extrema importancia lo que planteen las bases, cualquier decisión se torna pesada, engorrosa, terminando por desanimar a la gente o alentar conductas autoritarias.

·         populismo: se toma al pueblo en una concepción abstracta, ubicándolo por encima de todo y quedándose en reivindicaciones socio-económicas para lograr el bienestar del pueblo sin plantearse el acceso de los sectores populares al poder político.

Estos y otros elementos, que no son sólo fruto de una reflexión personal sino que son parte de numerosas aportes hechos por grupos que trabajan en América Latina en la concientización popular, traen generalmente como consecuencia, por un lado, la fatiga que lleva al cansancio y al abandono, el sentir que lo que se hace no tiene sentido porque no trasciende; por otro, una cierta integración funcional al sistema, acabando por justificar actitudes y acciones que nada logran transformar.

Durante todos estos años, la dictadura fue una causa real que impuso limitaciones, pero también fue muchas veces la excusa para no pensar, no producir, no intentar cosas nuevas.

¿Hasta dónde somos hoy capaces de proponer cosas nuevas? Y hasta dónde seguiremos justificándonos diciendo que son las consecuencias de once años de dictadura…

Recordémoslo una vez más, no hay peor dictadura y peor represión que la que se aloja adentro de cada uno de nosotros.

Una visión más política

El aporte político al trabajo social nada tiene que ver con los adoctrinamientos, o con una disfrazada caza de adherentes para uno u otro grupo. Se trata de aportar una visión política en el trabajo social que haga posible que luego, cada uno pueda elegir su lugar de militancia y que, a no desesperar, puede ser muchas veces dentro de un partido tradicional.

Los grupos de base (políclínicas, ollas, comedores) deben tender a ampliar su base social y por lo tanto, alcanzar niveles mayores de participación tanto en la discusión de las ideas y tareas a realizar, como en las decisiones, como en la ejecución de las decisiones.

Si la gente no se acerca, sino se interesa, algo está fallando, algo que puede estar teniendo que ver con nuestra forma de trabajar y que tenemos que tratar de analizar: ¿por qué no le llegamos a la gente? ¿es sólo la influencia de los medios de comunicación, de la ideología dominante o es que también hay algo en nuestro lenguaje, en nuestras propuestas, en nuestra forma de entender la participación, que está alejando a la gente?

No alcanza con detectar necesidades y luchar contra ellas. La gente necesita expresarse, largar ideas, protestar, pero muchas veces no se siente realmente motivada a trabajar por su barrio, y muchas veces también espera que otros solucionen sus problemas.

La participación en pequeñas acciones que demuestren que hacer algo por cambiar la realidad es posible, mueve más que muchos discursos juntos.

Esta ampliación en la base de cada organización, debe articularse con la lucha política global y coordinarse con otras instancias similares. En este sentido, el movimiento sindical es un buen ejemplo de lo que se puede lograr trabajando juntos, pero esto, que debe estar claro en quienes estén más al frente de las organizaciones necesita de mucho tiempo para ser comprendido y asumido por el resto.

Las instancias de coordinación se vuelven muchas veces pesadas, y la referencia a la situación política global trae rechazos, se siente como pérdida de tiempo, como que ahí no se va a poder solucionar nada.

En la medida en que se vaya dando un buen proceso pedagógico se suele ir descubriendo esta dimensión más amplia del trabajo particular, ya que la lucha reivindicativa, la movilización por determinadas necesidades lleva a una relación y a un cuestionamiento acerca de las autoridades que tienen que ver con el tema en cuestión, y con los intereses que ellos defienden, que en general, no son los de los trabajadores.

A todo esto hay que darle tiempo. Hay que permitir la expresión de la gente, aceptar los comentarios a veces ingenuos, las explicaciones simplistas, que son parte del gradual proceso de toma de conciencia por el que cada uno va pasando.

Puede facilitar mucho el tomar contacto con otras organizaciones, conocer publicaciones de otros grupos, organizar actividades conjuntas, movilizare por  un determinado tema con otros grupos de la zona.

Poco a poco también, habrá que ir impulsando la formación teórica, pero no a través de pesados y discursivos cursillos de historias o de economía, sino a través de unidades temáticas de interés, con un amplio espacio de adaptación a las inquietudes que aparezcan en cada reunión, aportando una información sencilla que sirva com referencia para quien se siente ignorante empiece a darse cuenta de las cosas que sabe y se sienta motivado para leer otras cosas, para escuchar programas de radio que quizás no le interesan o no entendía, para empezar a entender las noticias que escucha de un modo diferente.

Importa también trabajar en comisiones, donde un equipo va estudiando más a fondo un problema, se va interiorizando, puede llegar a una mejor elaboración de cada integrante, que a veces se pierde dentro de la organización más amplia.

Hay que aprender también a evaluar lo que se hace, a fijar criterios claros como para poder hacerlo. Favorecer la crítica y la autocrítica como un modo de aprender, de corregir errores, de reconocer limitaciones.

Y habrá que ir llegando a poder hacer algunos sencillos análisis de coyuntura, a poder establecer estrategias de conjunto, a empezar a pensar en el papel del Estado, de los Partidos políticos, de los sindicatos, de las organizaciones sociales. Habrá que pensar en el problema del poder y como llegar a él, como pueden prevalecer los intereses populares en una sociedad, qué sistema tendremos que crear, de qué modo vamos a luchar, con quiénes, contra quiénes, y tantas cosas más.

Para terminar, lo del principio: Si nos limitamos a las formas clásicas del trabajo político encontramos que estamos llegando cada vez a menos gente.” 

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