sábado, 19 de junio de 2010

Del Sute histórico, hacia un nuevo periodo – Colectivo Mal de Ojo

2do documento de discusión: Del Sute histórico, hacia un nuevo periodo – Colectivo Mal de Ojo.

En el contexto de unas serie de documentos de discusión, es que aparece este articulo, el cual es una continuidad del primero, “Sute: pasado y presente de los trabajadores de la educación”, eso si, ahora profundizando elementos de carácter histórico, de principios y ejes programáticos, para así articular y dinamizar las ideas fuerzas del ayer, con las propuestas del hoy.

En el Hecho a Mano de primavera, introducimos al interior de un segmento del magisterio y en el mundo de los trabajadores de la educación, el debate en torno a la organización de los docentes, la situación gremial y sindical de los trabajadores de la educación, sus demandas, la crisis generalizada de los espacios comunitarios de participación y de lucha que algún día tuvieron los trabajadores de Chile y en especial los trabajadores de la labor docente.

En el periódico señalamos los días históricos del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación (SUTE), su capacidad aglutinante, su intervención como actor de las políticas nacionales en materia de educación, pero sobre todo destacábamos en el SUTE un sujeto social, parte sustancial del proceso de transformación política de Chile.

En ese sentido reivindicábamos la figura del SUTE como un espacio orgánico sindical de envergadura social, sus motivaciones políticas, pero sobre todo recalcábamos su caracterización y lectura política de su época, y por tanto la rigurosidad de hacerse parte activa de los procesos sociales convocados.

De esta manera sostenía el SUTE en el año 1970; “El Sindicato Único de trabajadores de la educación, nace y se incorpora a las luchas del pueblo chileno” (…), posteriormente seguía “El despertar de la conciencia de la clase trabajadora, incluyendo los maestros, orientan sus luchas en forma creciente y decisiva hacia cambios revolucionarios profundos que terminen con la explotación del hombre” (1)

A partir de esta caracterización de periodo, los trabajadores del SUTE, se organizaban tras ideas fuerzas, que no solo daban cuenta o representaban el espíritu de la época, sino por sobre todo, se entendían como una franja activa de constructores populares, con un programa político-sindical a compartir y defender. Es así como el SUTE a partir de la lectura de su tiempo, -antes mencionada-, concluía en su declaración; “el SUTE es una organización de clase, independiente al Estado y sus partidos políticos, antiimperialista y regida por la más amplia democracia sindical, continuaba; “su objetivo esencial es luchar contra el imperialismo,(…) por la autonomía de los pueblos y la paz”.

De esta forma el SUTE sellaba el íntimo compromiso existente entre la organización de las amplias mayorías asalariadas del país y el proyecto político de esa comunidad de luchadores, cuyo domicilio y objetivo en ese entonces, se reconocían en el socialismo revolucionario.

Eran tiempos de iniciativas, creación y posibilidad para que las mayorías asalariadas pobres del país, se dieran la oportunidad de construir una sociedad gobernada entre hombres y mujeres libres e iguales.

Han pasado 37 años de esta aventura política, cargada de realismo, de sueños y de horizontes políticos. Es por este motivo, que una nueva generación de profesores y educadores populares en el presente, nos preguntamos, ¿Cuál es la posibilidad de dotarnos para nuestro contexto de una herramienta sindical similar al SUTE?, ¿Qué contexto, qué análisis de periodo estamos consensuando para darnos las tareas que ameritan y posibilitan nuestra actividad sindical en el Chile actual? Y por último, frente al escenario que se aproxima, ¿qué posibilidades tenemos de forjar una alternativa sindical, con perspectiva de mayoría, resuelta y combativa en su actividad gremial?

La cierto de todo lo mencionado anteriormente se encuentra en el hecho del profundo daño producido a las organizaciones sociales del pueblo, de sus instrumentos políticos, del deterioro y desmantelamiento progresivo de los diversos derechos sociales, y por último está en el daño y fractura expuesta del imaginario político de la clase trabajadora, de sus aspiraciones, de su creencia en la posibilidad efectiva del “mañana mejor”, dichos sueños fueron postergados… fuimos obligados violentamente a abandonar un programa. Posteriormente vendría una larga época cargada de conformismo.

Nuestra propuesta: una visión hacia el presente y hacia el futuro.

En los artículos anteriores del Hecho a Mano, dábamos cuenta de la profundidad de las reformas del gobierno en materia de educación, del calado hiriente de sus políticas hacia las organizaciones de trabajadores, y por ultimo denunciábamos la superficialidad de las últimas reformas hacia la educación. Ya que en lo profundo de sus políticas, el gasto público a la educación sigue siendo la mitad (3,8) del que el país lograba hace tres décadas, como proporción del Producto interno Bruto. Del 7% del PIB, el 3,2 % es inversión privada, el resto es público, de esta manera, el estímulo del estado ha fomentado principalmente el crecimiento de una fuerte industria educacional privada a todo nivel.

El sorprendente crecimiento de la educación privada ha permitido efectivamente mejorar los índices de cobertura, sin embargo, no ha sido capaz de resolver los problemas de enfoque educativo y gratuidad, los que han hecho crisis últimamente. Si en los años 80, el 5,5% de los alumnos que se atendían en escuelas traspasadas a los municipios, hoy estas cifras se han invertido. Los sectores particular subvencionado y particular pagado han crecido a un ritmo que duplica y cuadruplica, respectivamente la tasa de crecimiento del sector público con respecto a dos décadas atrás.

A esto se le suma gravísimos problemas, como es el hecho que las remuneraciones de los docentes se incluyen en el ítem de “subvenciones” -que la subsecretaria del ministerio asignan a los establecimientos municipales y subvencionados-. Esto significa que el presupuesto para los docentes está sujeto, en el caso del sistema de subvención, a la eventualidad que los sostenedores, a través del menor pago a los docentes, puedan recaudar mayores ganancias. En términos específicos, el dejar la subvención estatal en manos de la “libre asignación de recursos” del gobierno a los privados, equivale a dejar la educación,-en este caso los salarios de los docentes-, a la disposición arbitraria del empleador, de esta forma, bonos y asignaciones dependen de resultados infundados como las mediciones estándares como es la prueba Simce, afectando por lo mismo la labor docente y el “servicio estragado” a la comunidad (2).

Esto último ha impactado profundamente en la estructura de las remuneraciones de los profesores, a esto se le agregan factores como carga horaria extraordinaria. En palabras de Leonora Reyes ”un 58,1% de los docentes chilenos trabaja más de 40 horas semanales (…) los profesores con más de 44 horas docentes asciende a un porcentaje del 26%”. Otro dato de la realidad no menor, es la cantidad de docentes que estando dentro del sector público y protegido contractualmente por el “estatuto docente”, se encuentran en un estado de inestabilidad laboral. En promedio, al interior de las corporaciones municipales, el número de docentes a contrata a plazo fijo sobrepasa con creces el 50%, y la tendencia es a engrosar el número de profesores a temporada, frente a una ley que no permite supuestamente estar por encima del 20%.

Por último, en el marco de la política de evaluación por desempeño, que supondría un incentivo al docente por su labor de aula, mejorando así la calidad de ésta, sólo ha introducido al interior de los profesores la lógica de la competencia, es decir un enfoque liberal sobre el proceso de desempeño docente, que lejos de implantar mejoras sustanciales, como podría ser una carrera profesional docente, con su respectiva evaluación, sólo ha sido un sistema punitivo y no formativo para el profesorado.

En consideración a este último punto, sería bueno destacar, y como no, que el actual sistema de evaluación docente, sólo ha servido para flexibilizar y precarizar el trabajo docente público, ya que, como consecuencia de dicho proceso, los trabajadores de antigua data, al no conseguir los resultados esperados, han tenido que “salir” anticipadamente del sistema público, dando lugar a trabajadores a plazo fijo, con la respectiva consecuencia de ello.

Este último elemento puede ser interpretado en el marco de una estrategia y política por privatizar (bajar costos) la educación pública en Chile, como tanto otras maniobras enmarcadas en dicha visión de mercado, entre otras, la ley de subvención especial (ley SEP).

Con estos datos parciales podemos concluir y sostener que el trabajo docente ha sido golpeado duramente, al igual que el resto de los trabajadores pobres de Chile, por una ola de políticas neoliberales, gestionada y dirigida por el estado, recomendadas por organismos financieros y organismos empresariales interesados en trasformar un derecho social como es la educación, en una industria educacional patentizada por el mercado.

¿Qué organización?, ¿para qué programa, para qué periodo?

Estos son solo algunos elementos que son parte de un diagnóstico mayor, el cual como colectivo hemos desarrollado para darnos algunas herramientas de orientación política, y que pretenden organizarse en claves programáticas para los trabajadores de la educación.

En este sentido como pequeña organización que somos, nos hemos involucrados en las pequeñas luchas gremiales del sector, hemos participados activamente en algunos sindicatos y sus estructuras colegiadas.

Desde ese lugar hemos intentado sacar algunas reflexiones entorno a la importancia de las demandas de los profesores. ¿Por qué? Básicamente porque hemos visto que los docentes si bien han “recuperado” parcialmente y de forma progresiva el salario real que alguna vez tuvimos, seguimos siendo un sector, al igual que el resto, desprotegido y golpeado fuertemente durante estos gobiernos. Se han desconocido deudas, se ha reparado de manera insuficiente y arbitraria algunas otras deudas (SAE), y por último de un universo total de 174.882 personas ejerciendo la función de docente de aula, un 60 % ha pasado al sector subvencionado y privado, engordando años tras año las cifras de profesores que han visto disminuir sus salarios, y que han sufrido la triste precarización de su labor como educadores sociales.

Frente a esta realidad nos encontramos con un Colegio de Profesores representativo (3, en su mayoría del sector municipal que, si bien estos últimos dos años ha protagonizado masivas movilizaciones, despertando así el interés social del magisterio chileno, recuperando su espíritu de lucha, los resultados de dichas movilizaciones no han sido las mejores. Y no por causa de falta de adhesión y disposición para la lucha, sino por la carencia de un gremio organizado y fortalecido desde las bases, de una laguna en la cultura política del gremio, por la insuficiencia y vacío de una dirección clara y resuelta en sus posiciones, pero sobre todo se debe a lo tozudo y a las duras políticas del gobierno central de no ceder a las demandas tan sentidas por los profesores.

Como resultado tenemos un magisterio que, efectivamente ha demostrado combatividad y unidad desde la base,-especialmente en regiones- en episodios como las últimas jornadas de octubre (Deuda histórica), donde el magisterio puso en marcha métodos radicalizados, que si bien fueron espontáneos, y no responden a un ”animo común”, ni de perspectiva con otros comunales, sí resultan ser los esbozos de lo que deben ser las prácticas sociales, que deben ir poco a poco tomando cuerpo, constituyéndose como el activo organizado del magisterio, su posición más resuelta frente a una caduca dirección del Colegio de Profesores y por sobre todo frente al gobierno.

A pesar que estos episodios todavía son parciales y poco representativos de la realidad del gremio en su totalidad, encontramos que deben ser, para los desafíos del presente, el ADN, el componente unificador y gregario que, con sus propuestas y prácticas, vayan diseñando el plan de lucha para la “negociación de este año”.

La miseria de lo posible…

Para todos es sabido que este año el magisterio, encabezado por el Colegio de Profesores, le corresponde negociar con el actual gobierno, y también para todos son conocidas ya las declaraciones de la dirección del colegio de profesores al ministro de educación, Joaquín Lavín. En el contexto del terremoto y maremoto sufridos, el colegio de profesores dijo “no se preocupen, que como gremio entendemos la dura situación por la que atraviesa Chile, y por tanto, como gremio, no vamos generar mayor preocupación hacia las autoridades”.

Al señor Gajardo se le olvidó la verdadera naturaleza del terremoto, esa catástrofe que ha mantenido en precarias condiciones de vida a la mayoría de trabajadores chilenos, entre ellos los profesores de Chile, no solo este último mes, sino años y décadas. Cuyos responsables son los que hoy destinan las políticas de reparación, representadas en cuantiosas cifras millonarias, hacia los empresarios. Mientras las justas demandas de los docentes, son postergadas, ahora, con la complacencia y complicidad del directorio nacional del Colegio de Profesores.

Estas confesiones, más la pobre actuación de la dirección oficial del Colegio de Profesores en las últimas movilizaciones, sólo reafirman la posición de quienes gota a gota, día tras día acumulamos fuerza para dotarnos de una nueva estructura gremial, representativa, viva y generosa, pero sobre todo combativa.

Una salida hacia adelante…

La defensa del empleo, el reajuste de nuestras remuneraciones, la regulación de los profesores a “contrata” para darles titularidad, retiro voluntario indemnizado, carrera profesional docente con grados de ascenso, un sistema de evaluación contextualizado acompañado de un real incentivo, pago de la deuda histórica, derecho a sindicalización única y nacional para todos los trabajadores de la educación, derecho a negociación colectiva reglada, etc., componen por ahora, las reivindicaciones mas sentidas del magisterio, y que por el momento dan vida al programa mínimo por el cual pelear.

Para aquello, como colectivo pretendemos y seguiremos fortaleciendo los diversos empeños sindicales existentes, pero también nos haremos parte-activa de aquellos procesos al interior de las estructuras colegiadas, con el claro propósito de incentivar, y estimular aquellas tendencias proclives y atraídas a posiciones y prácticas sociales orientadas hacia la lucha, hacia el trabajo colectivo, encantadas en perspectivas programáticas de largo aliento.

Tales tareas convocan a la confección de un empeño político sindical, que pueda constelar a un amplio activo militante, dispuesto cordialmente a la tarea de construir un instrumento sindical unitario, independiente al estado, con una plataforma de lucha inclusiva, adecuado a los contextos y condiciones sociales que le dan fuerza y realidad.

Al respecto el colectivo mal de ojo, es un paso ya en esta gran tarea, que constituye ya un motor mínimo para el encuentro fraterno de diversas iniciativas al interior de mundo de los trabajadores de la educación.

Consideramos que el avance en el tiempo de esta iniciativa como de otras, deben ser el principio para el rearme orgánico de las segmentos más activos del magisterio, pero sobre todo debe ser el terreno fértil de la acción directa colectiva, el gatillo social que fortifique las debilitadas estructuras gremiales.

Nuestro único camino realista consiste en recorrer esta vasta experiencia organizativa, cargada de encuentros y desencuentros, de triunfos y derrotas, que dibujan las vidas de aquellos que pretenden enfrentar con madures, con altura de mira y vocación de mayoría, los próximos conflictos laborales por venir.

¡Por una línea sindical clasista!

¡Arriba los que luchan!

Colectivo Mal de Ojo

(1) Ivan Ljubetic: Historia del magisterio,. Pág. 171.

(2) En comparación a otros países donde el sistema educativo también ha entrado en procesos de privatización, los sueldo del los docentes se entregan de forma separada a la subvención.

(3) El número de profesores colegiados es de 71.000 de un universo de 174.882. El resto no está colegiado y un porcentaje muy reducido está organizado en sindicatos de empresa.

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