lunes, 2 de febrero de 2009

Editorial - Hecho a mano - enero 2009

En el marco de una recesión profunda de la economía mundial, Chile ha ingresado a un período de contracción económica, afectando durante todo el año 2008 el bolsillo de los trabajadores, con un IPC acumulado del 8,8 %. Agreguemos a esto la caída de los fondos de pensiones, especialmente todos aquellos que se encontraban en el fondo A, perdiendo hasta 47% del dinero hasta ese momento ahorrado.

 

Por otro lado, el bajo crecimiento del país ha incentivado a que los empresarios comiencen una ola de despidos, con el fin de instalar en la población el fantasma del desempleo con tal de desmovilizar a la gente y de esta forma contener los salarios.

 

Frente a este panorama social, los trabajadores de la educación no hemos estado por fuera del agitado escenario político. Comenzamos un año con las justas reivindicaciones del movimiento estudiantil, para luego pasar a la negociación del reajuste salarial del sector público.

 

Si bien consideramos que la nueva Ley General de Educación, no termina con el carácter privado y lucrativo de la educación, las movilizaciones estudiantiles (nacidas para cambiar el paradigma del sistema de enseñanza), lograron tanto el año 2006 como el año que recién pasó, estimular a diversos sectores sociales que se sintieron atraídos por el entusiasmo y decisión de las organizaciones estudiantiles. La misma sensación nos deja un balance de las movilizaciones del sector público, donde nuevamente la vieja estructura sindical, pactó entre gallos y medianoche un mínimo reajuste salarial del 10%, que no compensa en nada el alza sostenida y generalizada de los precios.

 

Cabe destacar con esto que, según el Banco Central, la inflación promedio para fines de Noviembre fue de un 8,8%, estimando terminar el 2009 con un 6,9%. En términos prácticos, esto significa un reajuste real de un 3,1% de nuestros sueldos para este año.

 

En este sentido no hay mucho que celebrar, salvo las movilizaciones que se hicieron sentir con un 90% de los trabajadores públicos paralizados y un inicio de unidad parida en la lucha misma. Se trata de un avance pequeño pero sustancial en nuestras luchas, y que nos promete un nuevo año, tal vez más convulsionado y conflictivo, que demandará a las franjas activas de los trabajadores públicos y en especial a los trabajadores vinculados a la educación, a resolver colectivamente las enérgicas contradicciones sociales, ya que de otra manera el despido, los salarios congelados y la precarización seguirán siendo el pan de cada día.

 

Martes 6 de enero, 2009

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