jueves, 15 de octubre de 2009

Editorial: Primavera 2009


“Dedicado a tres grandes y lindas personas del pueblo que ya no están aquí, que ya no nos acompañan, y de las cuales estamos profundamente agradecidos por el simple hecho de haber nacido y de haber luchado: Herminia Concha, Jaime Echeverría y Joaquín “Teo” Guzmán”

Un balance sincero, anticipado. Lecturas y propuestas de los trabajadores de la educación, es el tema central de esta cuarta edición del Hecho a Mano. Un recuento critico desde una visión política de los trabajadores frente a la situación nacional. Preguntas tales como ¿Qué ha significado la crisis económica? ¿Cuál ha sido el comportamiento de los trabajadores? ¿Qué invitación tenemos algunos sectores organizados del gremio docente para los trabajadores de la educación? Son preguntas que intentamos desarrollar y atender desde un esfuerzo colectivo, desde una periódica corriente de opinión llamado Hecho a Mano.

1. Primavera, algo no suena bien...

Para todos es cuento viejo ya, saber que Chile al igual que otros países del continente moreno y del resto del mundo atraviesa por una de las crisis mundiales más profunda de estas últimas 8 décadas.
Lo interesante de esto, no es precisamente saber que estamos en medio de una crisis, ya que por estas latitudes los salarios y la cesantía siempre han sido hechos críticos.
Lo interesante de esto, está en el hecho de saber y de experimentar que efectivamente Chile y el ensayo neoliberal acumulado de 36 años, sólo ha podido ofrecer a la gente, pobreza. Sí, pobreza, sueldos mínimos de 165 mil pesos, precarias condiciones de vida, recursos naturales estratégicos expoliados y entregados a un tercero que nada tiene que envidiarle a un Sebastián Piñera.

Estas últimas palabras dan cuanta de lo siguiente: en Chile somos 6 millones de asalariados, de los cuales 1 millón se encuentra cesante, el resto: 1 millón gana 165 mil pesos; de 5 millones, el 12 % esta sindicalizado, y la negociación colectiva cubre apenas al 10% de los trabajadores, es decir, un poco menos 600 mil trabajadores, y mas encima esta restringida a salarios. Como hecho añadido tenemos una legislación laboral que no sólo disciplina a los trabajadores en pequeños y fragmentados sindicatos de empresa, limitando el alcance que podría desarrollar la negociación de nuestra fuerza de trabajo, sino también el derecho a huelga en este marco legal, esta perforada por los reemplazos que permite la ley. -El Plan laboral de 1981 viene hacer la plataforma legal, ideológica, dispositivo social que configura el escenario sindical del Chile actual-.

Por último, bajo la ausencia –por el momento- de organizaciones gremiales combativas, resueltas en sus posiciones y prácticas, el panorama de los trabajadores en esta franja de tierra es francamente complejo, por no decir trágica.

Dado que Chile es un país riquísimo en recursos naturales, pero muy limitado económicamente, confinado básicamente a la explotación y exportación de materias primas sin valor agregado, con cero política proteccionista, al contrario, abierta al comportamiento internacional de los mercados. Esta nación se ve permanentemente sumergida a las voluntades económicas de conglomerados empresariales que encuentran en Chile un paraíso económico.
Nuestras “queridas autoridades” económicas llaman a esto; “Imagen país de Chile”, es decir, las diversas ventajas comparativas ofrecidas al mundo; sueldos bajísimos, recursos naturales estratégicos regalados, y una estructura social fuertemente desmantelada… es el olimpo del mercado de la libre competencia.
Olimpo que celebra en el mes de la patria, entre chicha y empanadas, el noveno mes de caída libre de la economia1, obligando a los trabajadores, y en general al pueblo de este país, asumir dos alternativas: seguir sobrellevando este triste escenario social de crisis, con pequeñas demostraciones de descontento, pero sin un ancla que nos permita hacer de esta sensación de descontento un puente de rebeldía. O por el contrario, hacer de esta ancla, una base que nos permita sostener nuevos tiempos de lucha, profunda en su sentido, amplia en su envergadura social, aglutinante en su espacio, dispuesta a contribuir y construir una comunidad activa militante para las mayorías asalariadas del país.

2- Crisis del padrón electoral y la alternativa popular.

Los políticos de estado son siempre lo mismo. Prometen construir un puente aunque no haya río.

A Chile se le suma el hecho de ser una nación con una limitada plataforma económica, el hecho social de estar gobernado por una minoría social en el poder. De los 8 millos de chilenos inscritos, solamente votan 6 millones, y de esos 6 millones, 1 millón vota en blanco y el otro millón anula, por tanto, entre suma y resta queda un universo de 4 millones de personas que sostienen la frágil pero poderosa estructura de representación política. -Cuando decimos poderoso, estamos planteando simplemente el hecho de que han podido gobernar este mediocre aeroplano político sin mayor contrapeso durante 20 años-.

Aun así las elecciones parlamentarias y presidenciales que se aproximan, a diferencia de las elecciones anteriores, muestran un claro desgaste del bloque o conglomerado concertacionista. Si bien este deterioro poco tiene que ver con profundas diferencias en lo que respecta al proyecto país de los distintos candidatos. Sí representan reacomodos que permiten visualizar dos hechos posiblemente a desenvolverse:

1. A 20 años de la transición pactada, el modelo de desarrollo económico impuesto, presenta claros signos de agotamiento, reflejados especialmente en tiempos de contracción económica. Lo que convoca a la franja concertacionista pensar una nueva estrategia política de desarrollo nacional, que le permita un nuevo ciclo o período hegemónico en el poder.
2. En caso contrario, a falta y torpeza de una estrategia de poder por parte del bloque dominante, y la posible audacia política a desarrollar por las franjas del activo popular. Cabe la eventualidad -siempre latente- de iniciar un nuevo período más resuelto y decidido en lo que se refiere al desarrollado de las fuerzas sociales y por tanto política de los trabajadores.

Por ende las elecciones que se acercan, más allá del recambio necesario y siempre natural -que tiene el estado de derecho por atribuirse el monopolio arbitrario del poder político-, nos recuerda y señala que los trabajadores y el activo movimiento popular, deben seguir levantando la alternativa, siempre compleja pero posible de constituirse en actor social y por consecuencia en fuerza política organizada, de dotarse creativamente de espacios de representación y participación política, independiente y emancipado del gobierno y de toda variable patronal

Esta primavera y sus retoños verdes por venir, deben dejar florecer los empeños sociales, sindicales y populares más anhelosos de nuestro pueblo;

Seguir acumulando fuerza, federar esfuerzos, colectivizar iniciativas, desarrollar estrategias de cooperación entre las franjas del activo popular. Debe anunciar una vez más y con mayor optimismo que antes, la emergencia paulatina de un nuevo proyecto político de las grandes mayorías explotadas y oprimidas de Chile.

¡Arriba los y las que luchan!

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