Entrevista de "Hecho a Mano" a Rodrigo Cornejo, del Observatorio Chileno de Políticas Educativas (OPECH) (2ª Parte)
H.A.M ¿Qué sería importante para revertir la actual situación y la política educacional?
R.C.: Yo creo que esa pregunta la puede responder cualquier persona. Todas las personas que están viviendo cotidianamente la educación pueden responder esa pregunta, la mía o la nuestra como opech sería una más, de hecho el colectivo que hace este boletín puede dar respuesta mejor que la mía. Pero si me preguntas, yo creo el mundo social debe enfrentar dos planos de lucha. Por un lado los que ocurre en el plano de las leyes de las políticas nacionales de educación y por otro el plano de lo micro político, las formas de vida cotidianas. Es bueno estar informado de los devenires de la macro política, en concreto: cómo se aplica la LGE, o estar informado y monitorear la aplicación de una ley que ha pasado un poquito “piola” como es la ley de subvención escolar preferencial (ley SEP), y hay que seguir de cerca el debate del proyecto de Ley de Fortalecimiento de la Educación Pública. Respecto a estas nuevas leyes y otras más como la ley de Superintendencia y de agencias de calidad es importante que el mundo social mantenga una postura de vigilancia y lucha. Pero eso es lo macro. Yo creo que, tal vez, el mundo social le ha dado estos últimos dos años le ha dado demasiada importancia a lo macro. Quizás se pensó que era una pelea ganable, pero en realidad era ingenuo pensar así, porque si este país está en manos de catorce familias oligarcas: las universidades, los periódicos, los bancos, las autopistas, los canales de televisión, los fondos de pensiones, el parlamento, todo, es ingenuo creer que se iban a cambiar las leyes educativas para hacerla más beneficiosas para las mayorías populares. No es esa la coyuntura histórica que vive nuestro país.
Entonces yo creo que hay que darle más relevancia a otro campo de análisis, a otro plano de lucha, que tiene que ver con lo cotidiano, que los que estudian estos temas le llaman la micropolítica, o biopolítica, o la política de lo cotidiano. Yo creo que hay que ir construyendo otras formas de relaciones en la comunidad educativa, que pasan por cosas fundamentales: más respeto, más humanidad, más solidaridad, porque el neoliberalismo lo que hace es romper todas esas cosas.
Se trata de un plano que es motivo aún de escasa reflexión práctica desde los colectivos y organizaciones sociales educativas. Es un plano que tiene que ver con lo cotidiano con lo subjetivo, que es justamente uno de los pilares de la dominación capitalista neoliberal, en ese sentido es un plano de trabajo difícil. Pero por otro lado se trata de tareas o desafíos en los cuales se pueden avanzar aún cuando las leyes capitalistas de educación no cambien.
Me atrevería plantear al respecto tres campos de lucha cotidiana relevantes para los/as trabajadores/as de la educación en el Chile actual (o en el Santiago habría que decir más humildemente). Un primer desafío es avanzar en la construcción de comunidades docentes que nunca dejen de pensar en el sentido de la educación, es fundamental construir capacidades colectivas docentes en una escuela o si no se puede entre trabajadores de la educación de distintas escuelas. Se trata de construir la capacidad colectiva de pensar en la escuela, de pensar en el para qué de la escuela, pensar que de esto le puede servir a los niños, niñas y jóvenes, pensar el sentido de nuestra profesión, pensar qué tipo de ser humano queremos formar, pensar si queremos o si estamos educando para que los estudiantes se “inserten” socialmente como se dice hoy o si estamos educando para que los estudiantes transformen la sociedad. Es cierto que las condiciones laborales de los trabajadores de la educación son absolutamente adversas para la reflexión educativa. Aquí lo que cabe es luchar por transformar estas condiciones (por ejemplo tener más horas para el trabajo colectivo, para lo no lectivo), pero en el inter tanto no podemos renunciar a la capacidad humana de reflexionar sobre la praxis educativa, sobre el sentido de la educación. Si renunciamos a esto porque no hay condiciones, solo estamos acelerando aún más nuestra enajenación y, en el plano de la salud mental, nuestro sufrimiento y malestar. Quien trabaja sin sentido colectivo va derecho a la enfermedad laboral.
Hay que formar múltiples, cientos, miles de colectivos, que repito, pueden ser de un subsector, puede ser de una localidad, puede ser por afinidades ideológicas, por afinidades personales, pero hay que construir capacidad colectiva para pensar, porque los profesores han perdido la capacidad de preguntarse sobre los sentidos de la educación porque están individualizados, sobre exigidos. Entonces yo creo que es una tarea concreta. A lo mejor no nos podemos tomar el consejo de profesores de mi colegio, pero si podemos hacer trabajo colectivo cada dos semanas respecto a didácticas, preguntarse qué sentido tiene esto.
Un segundo desafío micro político de los/as trabajadores/as de la educación es abrirle más las puertas y las orejas a la formas de resistencia y de lucha juvenil. Yo entiendo que para los profes, sobre todo los que son de una generación mayor, las formas que adoptan los jóvenes son muy disruptivas. Los colectivos juveniles que se organizaron para luchar contra la LOCE, también luchaban y luchan contra la disciplina en la sala de clases, y mucho de eso es muy disruptivo. Pero ahí también está su potencialidad y riqueza, los jóvenes de los liceos populares están resistiendo contra la pedagogía de la reproducción capitalista, contra los rituales sin sentido de la escuela a los cuales muchas veces los trabajadores de la educación estamos acostumbrados, hemos naturalizado. Invito a los lectores de hecho a mano a revisar el libro que hicimos como opech sobre los estudiantes secundarios “De actores secundarios a estudiantes protagonistas” (http://www.opech.cl/Libros/doc5.pdf) o ver en you tube el video de “Motín en la sala” de Guerrillero oculto.
Hay que aprender a leer lo que hay ahí, en este sistema que es un experimento, neoliberal, en el que estaba todo tan controlado, hay que entender por qué fue el sector juvenil el que irrumpió, hay que entenderlo, preguntárselo. Tal vez ahí hay un tramo etario en el cual el neoliberalismo no ha podido encajonarlos totalmente. Entonces, hay que recibir bien esa lucha, hay aprovecharla, hay que contarla, hay que aceptarla, hay que entenderla, aprender de ella.
Entonces yo creo que los trabajadores de la educación tienen que hacer un esfuerzo de reciclarse y de entender esta lucha juvenil, de entender los códigos juveniles, de entender que estos chiquillos les importa menos la ropa, menos el uniforme, entender el lugar de la música en estas nuevas formas de organización, entenderlos, no para aceptarlos acríticamente, sino para generar puentes, porque lo que nosotros estamos convencidos es que ese puente, entre profesores, trabajadores de la educación y estudiantes luchando, no va a partir del estudiante, no tiene lógica pensar que va a partir de ellos, por la edad en que están. Es el profesor, la profesora, el inspector, el colectivo, que puede con su experiencia, con todo lo vivido, tomar eso, y entrar en un diálogo constructivo con el movimiento juvenil. Yo te diría que esa es la segunda cosa que hay que hacer, hay que tender puentes entre estas luchas, porque luchas yo creo que van a seguir habiendo. . Hay que tratar de juntar las luchas. Ahora mismo (se refiera al primer semestre) hay una movilización enorme de profesores del sector municipal por un bono que les robaron, y el otro año va a haber otra y otra, o sea luchas van a haber, porque luchas ha habido siempre. Hay historiadores que dicen que en América Latina se lucha desde el 1500 y nunca se va a parar de luchar. No hay que desesperanzarse porque las conquistas son lentas, porque luchas van a venir. Hay que tratar de conseguir pequeños avances cualitativos. Un desafío no logrado de los movimientos por la educación de 2006, 2007 y el 2008 fue tender estos puentes, construir luchas en conjunto entre profesores, trabajadores de la educación y estudiantes.
Un tercer desafío es tratar de juntar los procesos educativos del plano formal e informal, con la educación popular. Educación popular se puede hacer un poco adentro de la escuela pero principalmente ocurre fuera de ella, o en los intersticios, o una hora acá o una hora allá, yo creo que eso también se puede hacer, hay que aprender a mirar las formas de construcción de educación no formal de auto educación popular. Son procesos que están ocurriendo en multiplicidad de lugares, en la periferia de Santiago y otras ciudades, de colectivos, agrupaciones, casas okupas, talleres culturales, videístas, preu, escuelas populares, nivelación de estudios, teatro, etc. Y hay que mirar que esos procesos son educativos, y no quedarse solo con las luchas escolares, hay que romper esa barrera y empezar a juntar voces. No sé, ocupar el colegio para hacer otras cosas, o simplemente prestar ojo y aprender, porque en esas experiencias se están desarrollando procesos educativos muy ricos. Incluso estas situaciones, desde el punto de vista de las teorías del aprendizaje, de las teorías constructivistas, son muy interesantes, porque están cumpliendo con los criterios básicos para el desarrollo y el aprendizaje significativo, cuestión que muchas veces no sucede dentro de las escuelas. Estas experiencias se desarrollan en contextos de auto educación, de aprendizaje entre pares, de mayores niveles de significatividad en los aprendizajes, aprendizajes más contextualizados y pertinentes.
HaM: Muchas Gracias
R.C.: Muchas gracias a ti y saludos al colectivo, y a los lectores del “Hecho a mano” y los invito a que visiten nuestra página web www.opech.cl
H.A.M ¿Qué sería importante para revertir la actual situación y la política educacional?
R.C.: Yo creo que esa pregunta la puede responder cualquier persona. Todas las personas que están viviendo cotidianamente la educación pueden responder esa pregunta, la mía o la nuestra como opech sería una más, de hecho el colectivo que hace este boletín puede dar respuesta mejor que la mía. Pero si me preguntas, yo creo el mundo social debe enfrentar dos planos de lucha. Por un lado los que ocurre en el plano de las leyes de las políticas nacionales de educación y por otro el plano de lo micro político, las formas de vida cotidianas. Es bueno estar informado de los devenires de la macro política, en concreto: cómo se aplica la LGE, o estar informado y monitorear la aplicación de una ley que ha pasado un poquito “piola” como es la ley de subvención escolar preferencial (ley SEP), y hay que seguir de cerca el debate del proyecto de Ley de Fortalecimiento de la Educación Pública. Respecto a estas nuevas leyes y otras más como la ley de Superintendencia y de agencias de calidad es importante que el mundo social mantenga una postura de vigilancia y lucha. Pero eso es lo macro. Yo creo que, tal vez, el mundo social le ha dado estos últimos dos años le ha dado demasiada importancia a lo macro. Quizás se pensó que era una pelea ganable, pero en realidad era ingenuo pensar así, porque si este país está en manos de catorce familias oligarcas: las universidades, los periódicos, los bancos, las autopistas, los canales de televisión, los fondos de pensiones, el parlamento, todo, es ingenuo creer que se iban a cambiar las leyes educativas para hacerla más beneficiosas para las mayorías populares. No es esa la coyuntura histórica que vive nuestro país.
Entonces yo creo que hay que darle más relevancia a otro campo de análisis, a otro plano de lucha, que tiene que ver con lo cotidiano, que los que estudian estos temas le llaman la micropolítica, o biopolítica, o la política de lo cotidiano. Yo creo que hay que ir construyendo otras formas de relaciones en la comunidad educativa, que pasan por cosas fundamentales: más respeto, más humanidad, más solidaridad, porque el neoliberalismo lo que hace es romper todas esas cosas.
Se trata de un plano que es motivo aún de escasa reflexión práctica desde los colectivos y organizaciones sociales educativas. Es un plano que tiene que ver con lo cotidiano con lo subjetivo, que es justamente uno de los pilares de la dominación capitalista neoliberal, en ese sentido es un plano de trabajo difícil. Pero por otro lado se trata de tareas o desafíos en los cuales se pueden avanzar aún cuando las leyes capitalistas de educación no cambien.
Me atrevería plantear al respecto tres campos de lucha cotidiana relevantes para los/as trabajadores/as de la educación en el Chile actual (o en el Santiago habría que decir más humildemente). Un primer desafío es avanzar en la construcción de comunidades docentes que nunca dejen de pensar en el sentido de la educación, es fundamental construir capacidades colectivas docentes en una escuela o si no se puede entre trabajadores de la educación de distintas escuelas. Se trata de construir la capacidad colectiva de pensar en la escuela, de pensar en el para qué de la escuela, pensar que de esto le puede servir a los niños, niñas y jóvenes, pensar el sentido de nuestra profesión, pensar qué tipo de ser humano queremos formar, pensar si queremos o si estamos educando para que los estudiantes se “inserten” socialmente como se dice hoy o si estamos educando para que los estudiantes transformen la sociedad. Es cierto que las condiciones laborales de los trabajadores de la educación son absolutamente adversas para la reflexión educativa. Aquí lo que cabe es luchar por transformar estas condiciones (por ejemplo tener más horas para el trabajo colectivo, para lo no lectivo), pero en el inter tanto no podemos renunciar a la capacidad humana de reflexionar sobre la praxis educativa, sobre el sentido de la educación. Si renunciamos a esto porque no hay condiciones, solo estamos acelerando aún más nuestra enajenación y, en el plano de la salud mental, nuestro sufrimiento y malestar. Quien trabaja sin sentido colectivo va derecho a la enfermedad laboral.
Hay que formar múltiples, cientos, miles de colectivos, que repito, pueden ser de un subsector, puede ser de una localidad, puede ser por afinidades ideológicas, por afinidades personales, pero hay que construir capacidad colectiva para pensar, porque los profesores han perdido la capacidad de preguntarse sobre los sentidos de la educación porque están individualizados, sobre exigidos. Entonces yo creo que es una tarea concreta. A lo mejor no nos podemos tomar el consejo de profesores de mi colegio, pero si podemos hacer trabajo colectivo cada dos semanas respecto a didácticas, preguntarse qué sentido tiene esto.
Un segundo desafío micro político de los/as trabajadores/as de la educación es abrirle más las puertas y las orejas a la formas de resistencia y de lucha juvenil. Yo entiendo que para los profes, sobre todo los que son de una generación mayor, las formas que adoptan los jóvenes son muy disruptivas. Los colectivos juveniles que se organizaron para luchar contra la LOCE, también luchaban y luchan contra la disciplina en la sala de clases, y mucho de eso es muy disruptivo. Pero ahí también está su potencialidad y riqueza, los jóvenes de los liceos populares están resistiendo contra la pedagogía de la reproducción capitalista, contra los rituales sin sentido de la escuela a los cuales muchas veces los trabajadores de la educación estamos acostumbrados, hemos naturalizado. Invito a los lectores de hecho a mano a revisar el libro que hicimos como opech sobre los estudiantes secundarios “De actores secundarios a estudiantes protagonistas” (http://www.opech.cl/Libros/doc5.pdf) o ver en you tube el video de “Motín en la sala” de Guerrillero oculto.
Hay que aprender a leer lo que hay ahí, en este sistema que es un experimento, neoliberal, en el que estaba todo tan controlado, hay que entender por qué fue el sector juvenil el que irrumpió, hay que entenderlo, preguntárselo. Tal vez ahí hay un tramo etario en el cual el neoliberalismo no ha podido encajonarlos totalmente. Entonces, hay que recibir bien esa lucha, hay aprovecharla, hay que contarla, hay que aceptarla, hay que entenderla, aprender de ella.
Entonces yo creo que los trabajadores de la educación tienen que hacer un esfuerzo de reciclarse y de entender esta lucha juvenil, de entender los códigos juveniles, de entender que estos chiquillos les importa menos la ropa, menos el uniforme, entender el lugar de la música en estas nuevas formas de organización, entenderlos, no para aceptarlos acríticamente, sino para generar puentes, porque lo que nosotros estamos convencidos es que ese puente, entre profesores, trabajadores de la educación y estudiantes luchando, no va a partir del estudiante, no tiene lógica pensar que va a partir de ellos, por la edad en que están. Es el profesor, la profesora, el inspector, el colectivo, que puede con su experiencia, con todo lo vivido, tomar eso, y entrar en un diálogo constructivo con el movimiento juvenil. Yo te diría que esa es la segunda cosa que hay que hacer, hay que tender puentes entre estas luchas, porque luchas yo creo que van a seguir habiendo. . Hay que tratar de juntar las luchas. Ahora mismo (se refiera al primer semestre) hay una movilización enorme de profesores del sector municipal por un bono que les robaron, y el otro año va a haber otra y otra, o sea luchas van a haber, porque luchas ha habido siempre. Hay historiadores que dicen que en América Latina se lucha desde el 1500 y nunca se va a parar de luchar. No hay que desesperanzarse porque las conquistas son lentas, porque luchas van a venir. Hay que tratar de conseguir pequeños avances cualitativos. Un desafío no logrado de los movimientos por la educación de 2006, 2007 y el 2008 fue tender estos puentes, construir luchas en conjunto entre profesores, trabajadores de la educación y estudiantes.
Un tercer desafío es tratar de juntar los procesos educativos del plano formal e informal, con la educación popular. Educación popular se puede hacer un poco adentro de la escuela pero principalmente ocurre fuera de ella, o en los intersticios, o una hora acá o una hora allá, yo creo que eso también se puede hacer, hay que aprender a mirar las formas de construcción de educación no formal de auto educación popular. Son procesos que están ocurriendo en multiplicidad de lugares, en la periferia de Santiago y otras ciudades, de colectivos, agrupaciones, casas okupas, talleres culturales, videístas, preu, escuelas populares, nivelación de estudios, teatro, etc. Y hay que mirar que esos procesos son educativos, y no quedarse solo con las luchas escolares, hay que romper esa barrera y empezar a juntar voces. No sé, ocupar el colegio para hacer otras cosas, o simplemente prestar ojo y aprender, porque en esas experiencias se están desarrollando procesos educativos muy ricos. Incluso estas situaciones, desde el punto de vista de las teorías del aprendizaje, de las teorías constructivistas, son muy interesantes, porque están cumpliendo con los criterios básicos para el desarrollo y el aprendizaje significativo, cuestión que muchas veces no sucede dentro de las escuelas. Estas experiencias se desarrollan en contextos de auto educación, de aprendizaje entre pares, de mayores niveles de significatividad en los aprendizajes, aprendizajes más contextualizados y pertinentes.
HaM: Muchas Gracias
R.C.: Muchas gracias a ti y saludos al colectivo, y a los lectores del “Hecho a mano” y los invito a que visiten nuestra página web www.opech.cl
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