jueves, 15 de octubre de 2009

Psicología Social


Actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable.
Eduardo Galeano

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud mental como un estado de bienestar en el que el individuo realiza sus habilidades, maneja el estrés normal de la vida, puede trabajar productivamente, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad. El mismo organismo admite que no existe una definición oficial de salud mental, y que factores subjetivos, diferencias culturales, y puntos de vista teóricos distintos afectan la definición del concepto. En base a esto podemos preguntarnos: entonces, ¿qué es la salud mental?. La definición de la OMS dista de ser objetiva y precisa. ¿Cómo saber que un individuo realiza sus habilidades?. O ¿cómo distinguir el trabajo que es productivo del que no lo es? ¿Qué significa contribuir a la comunidad? ¿Cómo se evalúa esto? Es relativamente más fácil determinar el estado de enfermedad en una persona que el de su salud. La patología es más visible que la normalidad. No sólo eso, en el campo psicológico una se puede confundir con la otra. Lo que es normal para unos es anormal para otros. Los criterios diagnósticos no son siempre fáciles de definir. Por otro lado, existe una pendiente que va de lo sano a lo enfermo, las distinciones a veces no son nítidas, y la posición de un individuo en este continuo es relativa a otros y varía con el tiempo y las circunstancias. Además, sabemos que la salud física y la salud mental o emocional son dos lados inseparables de la misma moneda, y que se influyen mutuamente.

Ante esta situación ¿qué es lo que debemos tratar?, para una rama del psicoanálisis el énfasis está puesto en la importancia de analizar y entender el carácter del paciente y no sólo sus síntomas. Cuando hablamos del carácter no es un concepto moral, estático o puramente psicológico, sino más bien funcional. Es básicamente la forma típica que tiene cada individuo de actuar y reaccionar, incluyendo la manera de moverse, hablar, caminar, mirar y relacionarse con otros, incluyendo patrones respiratorios y tensiones musculares. La estructura caracterológica tendría, por lo tanto, un componente psicológico y emocional y uno muscular o fisiológico. De esta manera, el carácter nos sirve como una forma de defensa ante emociones conflictivas y difíciles de tolerar, por lo general inconscientes, y que derivaban de experiencias traumáticas en la más tierna infancia. Patrones de tensión muscular en distintas áreas del cuerpo contienen la energía ligada a estas emociones y que se habían formado durante situaciones emocionalmente difíciles. Esto es lo que Wilhelm Reich denominó coraza caracterológica, es decir, es nuestra forma de ser tanto física como emocional, obra de las circunstancias en las cuales nos desarrollamos, y es así como nos presentamos y desde ahí emplazamos la vida. Es una defensa crónica ante los embates del exterior, que nos va moldeando hasta disminuir nuestra capacidad de creación y conexión afectiva.

Dentro del capitalismo poseer una salud mental y/o emocional sana es una rareza. Todos, o casi todos, los que vivimos en esta parte del mundo hemos sido criados, educados, adoctrinados e intimidados en un sistema socio-político que niega y reprime la espontaneidad natural del niño y del adolescente, y nos convierte en esclavos sumisos y obedientes de un sistema autoritario, patriarcal y arbitrario. La expresión emocional y sexual natural y espontánea, y la capacidad de auto-regulación y de experimentar placer están dañadas en casi todos nosotros.

Tal y como Reich escribió hace décadas, la neurosis o sufrimiento emocional, es un fenómeno colectivo, social y de masas, y no un problema individual y de algunas personas, como Freud creyó. La existencia de la enfermedad psiquiátrica en la población esta diseminada y es común, como lo demuestran los últimos estudios epidemiológicos o la experiencia de cualquier psiquiatra. La posible solución a muchos de estos problemas, a largo plazo, tendrá que ser social y colectiva más que individual.

De este modo, pensar en la salud es pensar en un proyecto colectivo y no selectivo ni excluyente, debiera regir nuestras vidas, como el amor, el conocimiento y el trabajo. Reivindicar la salud mental y física como el derecho a que todo hombre, mujer y niño posee, es una lucha que debe enfrentarse en un proyecto común; ya sabemos que la salud dentro de los márgenes del capitalismo no es más que un negocio entre las grandes cadenas farmacéuticas y sus empresarios; ellos construyen un ideal de salud que dista mucho a lo que debiera ser, a ellos les conviene tenernos drogados, limitados y embrutecidos por enfermedades creadas, donde el antídoto sanador curiosamente lo tienen ellos mismos; son capaces de introducir pánico ante posibles pandemias, generan psicosis colectivas y crean un consumo compulsivo de ansiolíticos y fármacos, que imposibilitan nuestra capacidad de comprensión corporal y emocional y nos hacen dependientes e insensibles.

Por ello, la salud no se obtiene después de que nos mejoramos de algún resfrío, de una contractura muscular o de una depresión; la salud no es sólo un estado opuesto a la enfermedad o al síntoma, la salud es también prevención, es generar las condiciones para que nuestras vidas sean encauzadas de manera más plena, y eso en el capitalismo no se da, no es una obra cotidiana, ya que vivimos bajo condiciones estresantes, se nos exige ya sea en el trabajo o en la escuela producción eficaz. Ante esto, la salud se nos presenta como un todo; cuando se habla de prevención no es sólo velar prematuramente por nuestra integridad, sino que se trata de un planteamiento colectivo, cómo nuestra clase genera las posibilidades de tener un proyecto de salud en los distintos ámbitos en los que nos desenvolvemos: laboral, psicológica, fisiológica, ambiental, etc. Se trata de asirla en el ejercicio mismo de la lucha por vivir dignamente.

Sabemos que hoy en Chile, el que no tiene dinero se muere, el proyecto de salud pública del gobierno es terriblemente precario, inoperante y antiético. La “salud” es un privilegio que ostentan los ricos o para quien pueda endeudarse; lo cual hace que para nosotros, una enfermedad sea cual sea se nos presente como catastrófica. Ante esto la tarea que se nos presenta es grande, se trata de pensar en la salud que necesitamos, esto será labor de la lucha en los sindicatos, en las escuelas, en la comunidad, en las familias, con los compañeros y en cada uno de nosotros. Se trata de luchar por el derecho a la salud para todos y todas, una salud que sea gratuita, universal y solidaria, y desde ahí, desde un emplazamiento colectivo, empezar a transformar las precarias condiciones de vida impuestas.

Claudia Lártiga P.

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